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De colores poco atractivos, asociados a la maleza y sin aparente fauna, el pastizal desaparece. Nadie se da cuenta.
No tiene el impacto visual y sonoro de un árbol rompiéndose por el avance de topadoras. Hasta se festeja que en esos lugares donde “no había nada” ahora hayan árboles, de esos que todos sabemos: dan oxígeno y captan dióxido de carbono. Plantar un árbol es incluso una de las acciones más impulsadas por ecologistas. Por supuesto, usada también por mega empresas o el estado bajo el pretexto de “mitigar el cambio climático”.
Nadie parece advertir el valor de lo que se está perdiendo, y el impacto que tiene el reemplazo de pastizales por hileras infinitas de árboles exóticos de rápido crecimiento, como pinos y eucaliptos.
¿Cómo hacemos para que una hierba aparentemente insignificante cobre importancia en una de las provincias más pobres de Argentina, donde el estado promueve la industria forestal y la sociedad festeja la creación de centros comerciales, la llegada de cadenas internacionales de comida rápida y la construcción de torres gigantes vidriadas? Creemos que la respuesta está en compartir el conocimiento.
Quienes formamos parte de Defensores del Pastizal tenemos el privilegio de formarnos académicamente en el área de las ciencias naturales, lo que nos ha llevado a entender las complejas interrelaciones entre la fauna, flora y funga de este ecosistema.
Los pastizales son el refugio y alimento de muchas especies animales que hoy están en peligro de extinción, como el yetapá de collar (imagen 1) y el mítico aguará guazú (imagen 2). Además, aunque desapercibida, esconden una belleza de pastos y hierbas muy diversa. Son parte fundamental de nuestra identidad cultural, presentes en canciones, pinturas y leyendas de nuestra región. De ellos se originan los cultivos y se alimenta el ganado. Cuidan el suelo y permiten la lenta recarga de los acuíferos, otorgando resiliencia ante inundaciones y sequías extremas.
Así, en la diversidad del pastizal, se encuentra la llave para contrarrestar la uniformidad impuesta por el modelo forestal. Defenderlos no solo es proteger nuestro entorno presente y hacer frente a la policrisis, sino también resguardar las raíces de un futuro sostenible.
Grasslands: Resistance Against Forest Monocultures
With unattractive colors, an association with with weeds and no apparent fauna, the grassland of Argentina disappears. No one notices.
The loss does not have the visual and audible impact, like trees falling under a bulldozer. It is even celebrated that in those places where “there was nothing” there are now trees, the kind that we all know: they give oxygen and capture carbon dioxide. Planting a tree is even one of the actions most promoted by environmentalists. Of course, tree planting is also done by mega companies or the state under the pretext of “mitigating climate change.”
No one seems to realize the value of what is being lost, and the impact of replacing grasslands with endless rows of fast-growing exotic trees, such as pines and eucalyptus.
How do we make a seemingly insignificant herb gain importance in one of the poorest provinces of Argentina, where the state promotes the forestry industry and society celebrates the creation of shopping centers, the arrival of international fast food chains and the construction of giant glazed towers? We believe that the answer lies in sharing knowledge.
Those of us who are part of Defensores del Pastizal have the privilege of being academically trained in the area of natural sciences, which has led us to understand the complex interrelationships between the fauna, flora and fungi of this grassland ecosystem.
The grasslands are the shelter and food of many animal species that are in danger of extinction today, such as the collared yetapá (image 1) and the mythical aguará guazú (image 2). And, although unnoticed, they hide a very diverse beauty of grasses and herbs. They are a fundamental part of our cultural identity, present in songs, paintings and legends of our region. Crops originate from them and livestock is fed. They take care of the soil and allow the slow recharge of aquifers, providing resilience to extreme floods and droughts.
Thus, in the diversity of the grassland, lies the key to counteract the uniformity imposed by the forest model. Defending them is not only protecting our present environment and facing the polycrisis, but also protecting the roots of a sustainable future.