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¿Quién es usted?
Mi nombre es Dulcinea, tengo 28 años, soy mujer, profesora de biología y activista ambiental, formo parte de la ONG ambiental Defensores del Pastizal, soy orgullosamente de la Provincia de Corrientes, del nordeste Argentino. Más allá de cualquier definición que pueda dar, soy una persona empática con lo que me rodea, que intenta atravesar ‘el aquí y el ahora’ de forma armoniosa, con amor, esperanza y respeto por la naturaleza, entendiendo que somos parte de ella.

¿Qué le inspiró para dedicarse a su trabajo? ¿Qué impulsa su pasión?
Desde muy joven me interesó la naturaleza. Las vacaciones de verano eran las más esperadas porque siempre íbamos a acampar con mi familia. Cuando terminé el colegio decidí estudiar biología porque quería conocer más acerca de tantas cosas que ya leía de hobby. Particularmente me interesaba la ecología, recuerdo que en el colegio me parecía impresionante pensar en las múltiples interacciones que existen en un ecosistema, entonces empecé a indagar sobre lo que podía estudiar y me decidí (acertadamente) con la biología y empecé mis estudios en la Universidad Nacional del Nordeste. En el camino fui adentrándome en el activismo ambiental, tras conocer a mis compañeras de lucha durante mi formación y finalmente en el 2019 surgió defensores del pastizal por la preocupación colectiva acerca del avance y el avasallamiento de la industria forestal en Corrientes, siendo el pastizal el ecosistema más vulnerado por este tipo de producción extractivista.
Mi formación profesional como bióloga me dió la posibilidad de conocer mi amada provincia a través del trabajo de campo, y realmente fué lo que despertó esa chispa luchadora en mi, el sentir que debo y quiero hacer algo para cambiar el futuro de Corrientes es lo que me motiva y me moviliza día a día. Me apasiona seguir conociendo mi tierra, la cultura y las comunidades que habitan los territorios.
¿Cómo ha influido su trabajo y cuál es su visión de futuro?
No puedo hablar en primera persona en este punto, ya que si hay alguna influencia, el logro es colectivo. Creemos que nuestro trabajo influye en la comunidad, ya que trabajamos principalmente en la difusión de información, la educación ambiental y en el sustento empírico de la problemática a través del relato de las comunidades en territorio, haciendo eco de sus testimonios y aportando desde la ciencia lo que hemos aprendido. En este sentido, en lo personal, me parece fundamental involucrarme y aportar lo que pueda, al fin y al cabo la ciencia es para compartirla y para mejorar la calidad de vida del planeta.
A veces, y sobre todo en el contexto actual de Argentina, con un gobierno negacionista de ultraderecha, cuesta mucho pensar con optimismo en el futuro. Pero me resguardo en mis compañerxs de lucha, en mis amigxs y en mi familia para tomar fuerza e imaginar que un futuro mejor y más justo es posible, el camino no será fácil, pero solo hay dos opciones: no hacer nada o transitar ese largo camino, y pues, aquí estoy, caminando.

¿A qué retos se enfrenta en su trabajo y qué lecciones podemos aprender de ellos?
Creo que la desidia y el desinterés por parte de nuestros gobernantes y de la población en general constituye un gran reto para nuestro trabajo. Duele mucho cuando a las personas no les interesa saber acerca de su propio entorno o el porqué de lo que la rodea y las consecuencias que genera la industria forestal en nuestra provincia. Pero decidimos siempre como equipo convertir esa impotencia y ese dolor en acciones concretas que se evidencian en nuestras actividades, como ser manifestaciones pacíficas, talleres de educación ambiental, recopilación de información en territorio, intercambios, debates y siempre intentando integrar el arte que en lo personal es algo que me moviliza mucho, siento que la naturaleza es un arte infinito, donde descubrí las paletas de colores más hermosas de la maravillosa obra llamada ‘vida’.

¿Puede compartir su experiencia favorita de la beca ORA?
Sin dudas mi experiencia favorita de la beca ORA fue el encuentro de becarixs de LATAM en Buenos Aires a fines del 2023. Fue realmente maravilloso conocer tantas personas hermosas en tres días de intensos intercambios, donde hemos reido, llorado, abrazado pero sobre todo nos esperanzamos los corazones para seguir cada quien con las luchas en sus territorios. Me hizo sentir realmente que no estamos solas y que el camino en solidaridad, amor y empatía es el camino que quiero transitar.
¿Qué es lo próximo para usted? o ¿En qué proyectos está trabajando actualmente o le ilusionan?
Actualmente estamos trabajando en un documental que recopila testimonios del primer frente de batalla de la industria forestal: los pobladores del territorio. Comunidades que han sido expulsadas, vendidas, expropiadas en pos de un “desarrollo” para la provincia que solo beneficia a los mismos de siempre. Estas entrevistas las pudimos empezar gracias a la beca ORA y ahora estamos en la etapa de postproducción. Esperamos pronto poder compartir este trabajo con toda la comunidad ORA.
Me ilusiona mucho lo que estamos trabajando, me genera múltiples emociones, de las cuales rescato el sentimiento de resistencia y fuerza por conocer esas voces que resisten al extractivismo.
¿Cómo define y practica la resiliencia en su vida cotidiana?
Considero que la prueba viviente de resiliencia son las comunidades con las que estamos trabajando en el proyecto en territorio con defensores del pastizal, son personas que resisten sin entregar sus propiedades a las forestales. Me nutro de sus saberes, de su experiencia, de esa fuerza incansable de vivir en armonía con el ambiente y cuando me siento desesperanzada recuerdo a cada persona que conocí durante esta experiencia y recupero la fuerza para seguir adelante. Considero que mediante las acciones que vengo haciendo hace ya cinco años soy resiliente al sistema opresor capitalista y extractivista. Deseo seguir este camino, resistiendo en comunidad, con la esperanza de que en algunos años nuestra tierra sea recompensada y encuentre la paz que merece.

